¿Y si Julieta, la manatí, fuera parte de tu familia? 💜

Ilustración de la manatí, Julieta
Ilustración: Valery Artt

En medio de una conversación con mi hermano, un niño de 12 años, a raíz de toda la situación cruel y triste que ocurrió en torno a la muerte de Julieta, la manatí, decidí hacer la siguiente reflexión que vuelve y le apunta a una premisa vital (que para muchos parece trillada), pero que definitivamente es la pequeña esperanza que tenemos como humanidad: la niñez y el ejemplo.

Mi hermano desde el segundo uno de nuestra plática se enfrascó, no tanto en el delito horrendo que habían perpetrado los pescadores, sino más bien en el por qué: por qué ninguno de los que estaban alrededor o en cercanías al lugar habían hecho algo para detenerlos.

“¿Y si Julieta fuera un miembro de la familia?”, me preguntó mi hermano. Y fue justo en ese instante cuando lo entendí todo.

Es imposible que nos duela la vida de un manatí o de un jaguar o de una iguana o de una tortuga si no los vemos como seres de valor, como parte importante de nuestra familia; porque de ser así, absolutamente ninguna persona permitiría que se les hiciera daño a esos seres que tanto amamos y que defendemos con creces.

Lo ocurrido con Julieta hoy más que nunca representa todo aquello en lo que NO podemos convertirnos y todo un conjunto de acciones que NO se deben seguir permitiendo. Como sociedad hacernos de la vista gorda o permanecer al margen es una manera de aceptar lo inaceptable: la carencia de sentido común, de conciencia individual y colectiva, la ausencia de respeto, la falta de principios, la burla y la indolencia, el afán de destrucción, la corrupción moral, la sed de mediocridad y el facilismo, y las ganas de obtener lo que se quiere llevándose por delante lo que aparezca en el camino.

Regreso al punto de partida: la niñez y el ejemplo. ¿Para dónde vamos si nuestro chiquitines crecen replicando lo que ven en sus entornos? ¿Por qué no darnos la oportunidad de rebobinar el disco duro? ¿Por qué no comenzamos a replicar lo bueno? ¿Por qué no nos esforzamos para cambiar aquello que es difícil de cambiar, simplemente porque sabemos que es lo correcto? ¿Por qué no empezamos a normalizar lo normal?

Lo normal es respetar la vida de la iguana, lo normal es respetar el hábitat donde vive el jaguar, lo normal es que la tortuga exista por fuera de un plato de comida, lo normal era admirar a Julieta desde lejos y ser felices por su regreso a la libertad. Eso es lo normal, ese es el deber ser y nuestra obligación es contagiarnos de esa actitud.

Desde la Subdirección de Educación Ambiental estamos convencidos que son los niños del ahora quiénes van a transformar de a poco nuestra forma de verlo todo. Desde aquí le seguiremos apostando a la educación ambiental como herramienta por excelencia para llevar a cabo procesos de empoderamiento y construcción social que más adelante se reflejarán en relaciones honestas con todos los miembros de nuestro planeta tierra.

Así que la invitación es a unirte a esta onda de los que admiramos a la fauna silvestre y a toda forma de vida. Recuerda que estamos entrelazados y que somos una gran familia. ¿Te animas a cuidar de ellos? 💜